PANFLETO PRIMORDIAL

“Si digo libertad / y mi poema no revoluciona / la conciencia de los sedientos de paz, / es porque la palabra dejĆ³ de ser instrumento / y la poesĆ­a estĆ” obligada a cambiar de poetas.”

Gilberto RamĆ­rez Santacruz, El poder de la palabra

 

 

Tu poesĆ­a estĆ” llena de tierra,

dijeron,

estĆ” llena de hollĆ­n, estĆ” llena de sal,

estĆ” llena de guerra.

 

Dijeron tambiƩn,

que las imƔgenes a las que aludƭa

pormenorizaban escenarios ordinarios,

abstraĆ­dos del refinamiento canĆ³nico.

 

Les dije

que ya era tiempo para volver el verso

una rupestre seƱal sobre la marquesa agusanada

o la sangre transmutada en la mecanografĆ­a artificial.

 

Si la poesĆ­a no es concebida para homenajear a los sin nombre

si no nace para divulgar torturas injustas,

dar cuenta de los delirios del poder

y llamar al pueblo a la batalla,

dime

¿para quĆ© es?

 

Si no es para describir cĆ³mo se siente el hambre, la hambruna

si no se hace para hablar de lo que ves,

porque no hay sujeto en el mundo mƔs real

que aquel que ha empeƱado hasta sus ojos para amar,

dime

¿para quĆ© es?

 

La poesĆ­a es el acto de reencarnar voces

que por creerse diminutas no alcanzaron a decir.

Mientras la novela y el cuento hablan sobre aquello que no es

la poesĆ­a, en cambio, es comunicar, pura y sensiblemente, lo que es.



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